LA RESACA DEL PODER

El Poder, con mayúscula, es espuma... Sus relatos también son espuma. Después de la batida espumosa, en una playa, queda la impronta que genera la resaca, que es la verdad de la espuma, lo que se oculta...

La impronta del poder es su relato oculto. Y eso es lo que aquí nos interesa.

viernes, 19 de septiembre de 2014

ESTABLISHMENT



                                 Fusilamiento de Torrijos (Antonio Gisbert)


Al quedar al descubierto las vergüenzas de la impostura neoliberal, parece que el pensamiento de izquierdas se rearma. Tras denunciar en Chavs (poligonero, cani, choni) el desprecio de las clases aseadas respecto al precariado creciente, el jovencísimo Owen Jones desenmascara los métodos de la clase dirigente político-financiera en The Establishment. En Reino Unido y en la globalidad se cuecen habas, a calderadas por aquí. Nosotros, gracias a los Católicos Reyes, tenemos el establishment más antiguo de Europa; del flirteo entre los nobles y el ponero estado monárquico depurado de infieles llegó el alumbramiento de un régimen señorial que duró hasta la Modernidad. Los intentos por contrarrestarlo fueron cruelmente reprimidos: rebelión comunera, Fernando VII desactivando la Pepa, los Cien Mil Hijos de San Luis, ejecuciones de Torrijos, Mariana Pineda; cuando su ascenso al poder nos metió tardíamente en la Modernidad, la burguesía se sumó a ese ciclo represor aliándose con los militares (y sus periódicas asonadas) para mantener el orden y al emergente proletariado a raya. La Restauración borbónica de 1874, que fue propiciada por otra asonada castrense, refrendó esas interesadas alianzas en el marco de una monarquía parlamentaria de alternancia bipartidista (conservadores y liberales) y con los derechos del pueblo en el limbo. De nuevo las subversiones fueron contundentemente abortadas por las fuerzas del orden al servicio de un Estado controlado por terratenientes, alto clero y burguesía. Pero los movimientos populares -socialistas, comunistas y anarquistas- ya habían cristalizado y su empoderamiento, con el apoyo de la burguesía ilustrada, abrió paso a la II República en 1931. El nuevo régimen reflejó el pulso entre las oligarquías y la ciudadanía ansiosa de cambios sociales y democráticos, pero, cuando esta pareció ganar la partida con el triunfo electoral del Frente Popular en 1936, irrumpió Franco para restaurar el orden sacrosanto a través de una planificada campaña de exterminio (Preston dixit).

            Las fuerzas fácticas disfrutaron de un ambiente propicio durante los cuarenta años de paz del franquismo para hacer florecer haciendas y negocios, en algunos casos a costa del sudor de los presos republicanos. La Segunda Restauración Borbónica de Juan Carlos I preservó la continuidad de esa clase dominante, se neutralizó la izquierda gracias a Carrillo y a Felipe González- y, con la ayuda de DHont, se reeditó el bipartidismo decimonónico en el marco de una constitución que deja igualmente los derechos de los españoles en el limbo. A las oligarquías de siempre se han ido sumando distintas oleadas de políticos (clase senatorial) que defienden este estatus a cambio de participar en puertas giratorias o en la cleptocracia organizada. Todo parecía irles bien hasta que la crisis económica, provocada por su avaricia, ha desvelado el inmenso entramado de corrupción que va desde la Corona hasta el alcalde de aldea, poniendo de manifiesto las inmundicias del sistema político. La ciudadanía está despertando y no se conforma con cambios cosméticos (un rey y un líder de la oposición más joven y telegénico), sino que parece entender que se requiere un cambio del establishment. La izquierda altersistémica, si logra ser empoderada democráticamente por la ciudadanía, tiene la llave. Pero el régimen se defiende y ataca para perpetuarse en una bunkerización que recuerda a la del franquismo, aunque esta vez recibe interesados espaldarazos desde el imperio neoliberal de Bruselas/Berlín. ¿Será posible esta vez romper el maleficio ibérico y canalizar la voluntad democrática de los ciudadanos sobre los intereses de las oligarquías dirigentes? Nuestra historia nos enseña que debemos moderar el optimismo y estar alerta.



lunes, 1 de septiembre de 2014

SANTIAGO Y ABRE EUROPA



Santiago es el gran talismán del establishment hispánico desde su irrupción como tempranero Estado en tiempos de los Reyes Católicos. Con solo advocarlo se defendía nuestra ortodoxia católica frente a sarracenos, protestantes y demás enemigos de la patria. El último en abrazar su espantajo ha sido un aborigen santiagués, ahora Presidente del Gobierno de las Españas. Y para ese abrazo sacro tan publicitado se ha hecho acompañar nada menos que de la emperatriz del Sacro Imperio del Euro. El mito parece que sigue funcionando... No obstante, existen razonables dudas de que Santiago el Mayor repose en esa tumba del Campus Stellae, pues no pocos historiadores cuestionan que el supuesto apóstol estuviera en Occidente e incluso algunos su propia existencia. De lo que no cabe duda es del clamoroso éxito del gran relato jacobeo que promovió, en primera instancia, el rey asturiano Alfonso II El Casto y que continuaron, corregido y aumentado, sus sucesores de las monarquías peninsulares. Nació así el itinerario de peregrinación más celebrado de la Cristiandad, que contribuyó al desarrollo, colonización y asimilación de las innovaciones europeas en unas asoladas tierras recién liberadas del dominio islámico.


Europa, con sus valores y su cultura cristiana medieval, se fue construyendo a través de esta Ruta Jacobea y esto tuvo consecuencias económicas, sociales y culturales muy beneficiosas para el desarrollo de los reinos hispánicos. Luego vino la interesada apropiación del mito por la Corona hispana unificada, en cuyo nombre se expulsaba a hebreos y moriscos y se defendían los principios de un régimen señorial, inquisitorial y ultracatólico. El Patrón de España pasaba a representar los valores que avalaban las intransigentes clases dominantes y sus relatos más o menos sacralizados. Rajoy ha intentado enlazar con esta rancia tradición pero añadiendo la nueva ortodoxia neoliberal de la Europa regentada por Merkel. Y la canciller ha entrado en el juego para lanzar este nuevo relato: la sagrada tierra de Pelayo y Santiago no tiene salvación más allá de este austericida pero escenario supervisado por el Sacro Imperio Germánico. Qué lejos queda esa Europa creativa, dinámica, que aunaba desarrollo económico y cultura de la mano de una original espiritualidad compartida. La nueva del free market predica grandes privaciones para los trabajadores de estas tierras meridionales, cuyas sisas en salarios van a engordar los bancos alemanes y el capital financiero globalizado, al tiempo que se limitan los derechos sociales y políticos en una democracia procedimental. Si Rajoy y Angela quieren apadrinar este nuevo relato jacobeo, poco ayudan a la fama del mito que, una vez más, tornaría a aliarse con los potentados que trincan y jeringan a una ciudadanía que, cada vez más despierta al menos en sus capas conscientes y dinámicas, ya no está dispuesta a tragarse los relatos interesados de las oligarquías, por mucho que los bendiga el botafumeiro. Se impone, pues, desde tierras ibéricas, relanzar un nuevo relato jacobeo que fomente la "peregrinación" sociopolítica de los ciudadanos europeos para rescatar los valores humanistas, derechos sociales, y genuinos valores democráticos (en las antípodas de la "regeneración" predicada por el PP) que hicieron grande este viejo continente y que han sido secuestrados por los intereses bastardos del capital financiarizado y globalizado. Santiago, como apóstol de Jesús, estaba del lado de los débiles y desposeídos, del lado del pueblo. Ya es hora, como hiciera Pasolini, de rescatar los mitos cristianos cooptados por los poderosos para sus genuinos destinatarios populares. Por eso el abrazo del pasado día 25 fue una horrenda impostura que debería ser denunciada por los que están en tránsito -los auténticos peregrinos- hacia una nueva Europa.