LA RESACA DEL PODER

El Poder, con mayúscula, es espuma... Sus relatos también son espuma. Después de la batida espumosa, en una playa, queda la impronta que genera la resaca, que es la verdad de la espuma, lo que se oculta...

La impronta del poder es su relato oculto. Y eso es lo que aquí nos interesa.

martes, 28 de octubre de 2014

LA REVOLUCIÓN YA ESTÁ EN MARCHA

            
                          Asamblea Ciudadana de Podemos Vistaalebre oct 2014


          Que nadie espere manifiestos, barricadas, comunas, represiones indiscriminadas.... Al menos en el Occidente desarrollado ahora las revoluciones no estallan, se van viralizando en el tejido social y sus redes. Sí, la revolución ya está aquí, en Grecia y en España, dos de los países más apaleados por el austericidio euroteutón y la tiranía oligárquica de los mercados. Aparte de esas afrentas, en el proceso revolucionario han desempeñado un papel fundamental las tecnologías digitales, que hacen posible una continua democracia participativa y han propiciado la crisis de los medios de comunicación tradicionales, nódulos que moldeaban los marcos mentales de la opinión pública. En este marco de cambio tecnológico y comunicacional, en España el desvelamiento de los desmanes, corruptelas y latrocinios sistémicos de la entente políticofinanciera han ido poniendo en evidencia que las miserias del régimen de la transición. Por ello una buena parte de la ciudadanía cada vez más informada, preparada y activa ha devenido sujeto revolucionario.
           
            La carcoma del sistema ha afectado a los agentes políticos y sociales implicados, más allá del eje tradicional izquierda/derecha, sustituido ahora por una nueva axialidad transversal los de arriba y los de abajo- que Podemos ha sabido capitalizar. No se trata de una estratagema demagógica; los datos avalan que la crisis ha beneficiado a una minoría enriquecida a costa de una mayoría pechadora. Los populares han gobernado para las oligarquías financieras al dictado de Merkel manteniendo su retórica de emprendimiento y clases medias: ¿no es eso populismo? Los escándalos que se van sucediendo son de tal calibre que van fulminando todos los mitos que el neoliberalismo había logrado imponer en el tablero social ante el mutis impotente de la socialdemocracia: la eficiencia gestora de la derecha (el gobierno de Mato, Gallardón, Báñez y compañía), su solvencia en el área económica (Rato, Blesa), su patriotismo (la cleptocracia organizada, Cataluña al borde de la secesión); si hasta la catolicidad de los populares está hoy en cuestión haciendo peligrar su ala fundamentalista Así pues, de la misma manera que por la independencia del Principat, nadie ha hecho tanto por el desencadenado proceso revolucionario como Mariano Rajoy Y su inepta continuidad es garantía para su triunfo. También contribuye un PSOE empeñado en apuntalar el caduco régimen -paniaguados y mascarones del pasado hipotecan su rumbo- con operaciones de maquillaje que ya no convencen a una indignadísima ciudadanía. La socialdemocracia no tiene lugar cuando el actual capitalismo financiero ha decidido cargarse el estado de bienestar y ella responde poniendo cataplasmas. La rosa huele a vieja política, a corruptelas y no va a limpiarlas un miembro de la Asamblea de Cajamadrid por muy telegénico que sea.


        
       La nueva política la encarna Podemos, heredero del espíritu genuinamente democrático desplegado en el 15-M, el partido X, las mareas y los movimientos ciudadanos, máximo capitalizador de la alternativa al régimen moribundo de la Transición. No tienen pasado y el futuro apunta en su dirección -democracia digital participativa, redes ciudadanas, inteligencia colectiva, rendir cuentas ante los votantes-, aunque tendrán que superar las tensiones evidenciadas en Vista Alegre entre radicalidad democrática y práxis política, ente asamblearismo y cúpula gestora iluminada Frente a ellos la crisis del ébola y de las tarjetas opacas de Cajamadrid, la indecencia tancredista de Rajoy y la vacuidad de Pedro Sánchez son síntomas del irreparable deterioro de un régimen deslegitimado moralmente. Como en el franquismo agónico, el búnker de la Transición se encastilla entre mentiras, falsas promesas (la recuperación económica) buscando el apoyo de una clientela zombi atenazada entre miedo, nostalgia, cinismo interesado y fundamentalismo (católico, constitucional, español). Entre tanto los sectores más avanzados y activos de la ciudadanía, azuzados por la generación más preparada a la vez que lastrada entre exilio y precariado (la vanguardia revolucionaria), ya han dado por muerto al régimen y buscan una alternativa a la que se va sumando día a día más gente desencantada. Segú que tomba.



viernes, 3 de octubre de 2014

GALLARDÓN Y LA CAMPANA DE HUESCA



Al ser retado a montar un Ubu President con Artur Mas, Boadella declaró la pasada Diada que no le daba ni para un sketch. Por ahora, pues la tragedia catalana lo puede convertir en un personaje con carácter... Gallardón ya lo ha conseguido. El periplo político de este ambicioso, que acaba en cruel naufragio y humillación, depara algunos relatos próximos al fatum trágico de Macbeth, Otelo o El Rey Lear Algunos argüirán que este peculiar ejemplar de la fauna ibérica no da para tanto: aquí todo es rebajado -sainete y zarzuela- o esperpéntico. Más bien creo que Gallardón es un Mefistófeles que ha vendido su identidad a un Diablo con las máscaras políticas que le convenían; primero fue el verso suelto progre del PP (la caverna mediática lo condenó al infierno), luego ha ejercido de valedor de las esencias conservadoras de la marca. Dos son los motores que explican ese copernicano vuelco: su desmedida ambición -solo le quedaba llegar a la Moncloa- y su lealtad al hombre barbado que le iba a alfombrar ese camino (también fue fiel a Aznar acogiendo a su incompetente legado embotellado). 

El otro drama que explica semejante proceder es La Campana de Huesca, macabro círculo que Ramiro II el Monje ejecutó con las cabezas de los levantiscos nobles aragoneses para escarmiento de sus pares. El exministro de Justicia recuerda a uno de esos cabecillas descabezados de la tragedia oscense, quizá porque no supo entrever el proceder rajoyano, que no avisa (aquel rey sí advirtió a sus nobles llevándolos al jardín y cercenando las flores que sobresalían). Ruiz Gallardón, patricio del PP, vendió su identidad por ascender y consiguió mucho, pero ha sucumbido acuchillado por un mediocre villano que maneja la trapera como nadie, a excepción de esa otra aristócrata de la Verbena de la Paloma que lo destripó antes en la pradera de San Isidro. Alberto, el trepa que mandó al diablo su identidad, era un caballero fiel con algunos principios que nada sirven en las peleas callejeras de la política actual. Años atrás pasó en el PSOE, cuando los descamisados arrinconaron a la vieja guardia del socialismo ilustrado... 

¿Es Rajoy un Maquiavelo galaico? Como su paisano Franco, más bien es una comadreja sin principios, esperando atenta y silenciosa a su presa con tremenda capacidad de adaptación e infinita paciencia; cuando llega su momento, es implacable. Estos marsupiales no soportan que nadie les discuta el territorio y son capaces de carroñar su propia especie. Así pues, La campana de Mariano amplía un círculo sangriento que empezó con los que se disputaban el dedazo de Aznar (Rato, Acebes, Cascos, Mayor Oreja) y se ha ido incrementando con las cabezas de Zaplana, Camps, Matas ¡Y que se preparen los que osen asomarlas!: Cospedal, Soraya, Núñez Feijoo, el progre de Extremadura”… Probablemente esas carnicerías son más fruto del mal agoiro galaico que acompaña a esa medianía presidencial que de un cerebro a la altura del malvado florentino Tanto da; los efectos son demoledores. Los más brillantes son masacrados sin piedad mientras que los mediocres o la calderilla ministerial se utilizan como escudos humanos ante potenciales errores y polémicas del Timonel (Ana Mato, Wert, Báñez); a los que defiendan principios (Fernández Díaz) no tardará en llegarles su hora, como les ha llegado a los grupos próvida y al obispado rouqueño (otro gallego depredador) que tanto maniobró para que la gaviota anidara en La Moncloa. Pero volvamos al finado Gallardón; su caso sería más patético que trágico si su implacable y paciente ejecutor no estuviera al timón de todos nosotros